
El sueño de Ícaro
Reina la incertidumbre, sólo se oye un estruendo de motores. Habito en el mundo de las aves: tengo alas en lugar de brazos. Allá abajo, la tierra es un invento generoso de los hombres. ¡Gracias Ícaro, por este sueño!!!
Deambulo por un pasillo estrecho esquivando piernas, rodillas abatidas, cien cabezas insomnes.
Qué amanecer tan largo, me duelen los riñones, también me pesa el cuello. A mi derecha, ronca una aeromoza, plena como una moto.
Por algún lado debe surgir el sol en esta planicie de nubes arenadas. ¿Acaso la tierra no es redonda? ¿Esta era la incertidumbre de Cristóbal Colón?
Luego de diez horas de vuelo el piloto aterriza el avión en el aeropuerto de Barajas. Emotivos aplausos rubrican el éxito del viaje.
Querida España: quinientos años después de las tres carabelas te pago la visita.
Madrid se va desdibujando como un toro muerto a la mitad del ruedo. Aletean los campos verdes, cafés, anaranjados. Las montañas se erizan, pululan los caminos por doquier.
Vamos dejando atrás la costa; todo se vuelve azul. Abajo, cruza un avión veloz. Dormita un barco mecido por las olas. Semejando una iguana perezosa se asolea la isla de Mallorca. En la bahía, los barcos son espermas en busca del óvulo perdido.
Avistamos Cerdeña, una turbulencia nos sacude. Por el poniente nos amenaza el sol; el mar se convierte en mantequilla. Emergen tierras italianas: la patria de Leonardo y Miguel Ángel.
Con rayos de espagueti el sol nos da la bienvenida. Una barca de vela sueña peces en el mar exquisito. Inmensidad es una palabra que tiene su origen en el mar.
¡Aterrizamos jubilosos! ¡Estamos en Italia! Un hombre nace en mí y se inclina para besar la tierra…
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